«Eau» del Grifo
jueves 18 de junio de 2009
© Sergio Plou
Artículos 2009

    El alcalde de la inmortal se ha fijado como meta el lunes que viene. Está decidido. ¿Y qué es lo que pretende hacer? Por de pronto, y empezando por las negativas, no piensa dar ejemplo y desplazarse en autobús, que es un engorro llegar al centro desde la magnífica urbanización del Zurrullo, en cuyos pagos tan buen hombre reside. Para ir de un sitio a otro tiene a su disposición un vehículo oficial, de esta manera evita que le den la brasa los usuarios del transporte público. Ya saben, Zaragoza se ha puesto imposible y todo sea por las clásicas razones de seguridad. Supongo que estas circunstancias impedirán que se remoje la tripa también este año en las charcas municipales. Aunque es bastante incómodo hacer el mandrias durante una semanita en la costa dorada, todo el mundo comprende que si el alcalde resulta popularmente invisible es porque sacrifica su carácter campechano al precio de la fama. A nadie, de su posición, se le ocurriría veranear en Salou pudiendo pillar la nueva gripe haciendo un crucero por el Caribe. Ni qué decir tiene que tampoco hará uso —y menos en pleno agosto— de la playa del meandro ni de las recuperadas riberas del Ebro, donde pega un sol demoniaco y campan a sus anchas los grafiteros, incendiarios y demás jóvenes de mal vivir. No nos equivoquemos, si va a llenar el río de cámaras de video es para que le vote la clase media, que vive eternamente acojonada, no porque se proponga el edil perder unos kilitos haciendo carreras por la orilla. Supongo que a nuestro alcalde le ponen las bicicletas, sobre todo a la sombra del aire acondicionado y por la TDT, con una copa de coñac y cuando mira el tour de Francia. No lo imagino trotando de nuevo por el asfalto, ya tuvo suficiente durante la inauguración, cuando le rebotaba el flotador contra el manillar mientras le hacían unas fotos. Será que Zaragoza no está dibujada en el mapa de Suecia. Aquí es impensable que no sepas el nombre de quien lleva la vara de mando, mientras que en la Europa más nórdica lo impensable es que haya que dragar un río todos los años para que lo naveguen cuatro barquitas de habas. En fin, el caso es que el alcalde está decidido a que entendamos de una vez por qué se hizo la Expo y el lunes próximo tendrá su prueba de fuego. Todos la tendremos, de alguna forma es la auténtica herencia que ha dejado la exposición internacional: el agua. Abrirá el grifo y se meterá al coleto un lingotazo, así que ya puede pasar la ISO 9000, porque le van a deslumbrar los flashes. Se acabó el barrillo, el clorazo y el pestiño, Solans de Cabras para todo el mundo. Bueno, hasta el 2015 no será cristalina, porque harán un cóctel de agua del Pirineo con la del Canal y el líquido así desmejora un montón. Pero nos evitaremos venir del súper cargados de garrafas, que estas estampas, al alcalde, le encogen el alma. Todo sea por nuestro bien. Ya veremos lo que pasa luego, cuando le hayamos cogido el gusto y decida privatizar el botijo. ¿O qué pensaban? ¿Qué íbamos a beber agua del ibón y nos costaría lo mismo?

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