Bochornazo
martes 1 de septiembre de 2009
© Sergio Plou
Artículos 2009

    Mientras una señora apuñala al vicepresidente del cabildo de La Palma y un juez condena a un mosso de escuadra a penas de cárcel —dicen que por pedirle a un ciudadano chino tres mil euretes a cambio de un permiso de residencia—, aparece otra vez en escena el cuñado de Matas negando que hubiese cobrado algún dinerillo durante la campaña y asegurando de paso que no existía ninguna caja B en el Partido Popular. Hacienda, entre tanto, echa un poco más de leña al fuego y saca a la luz unos contratos ilegales firmados por los gobiernos de Aznar con Francisco Correa y sus amiguetes, los que asistieron a la boda de su hija con Alejandro Agag y que luego pasaron a formar parte del sumario en la trama Gürtel.
    Doña Esperanza se deja ver por fin tras las vacaciones para señalar a Rubalcaba —ministro del interior— como el espía de los teléfonos. De esa manera tan peculiar, evita responder a las preguntas sobre el penúltimo marrón que acaba de descubrirse y que involucra a la actual junta directiva de los empresarios —la CEOE— con una fundación ligada al PP y que patrocinó a los conservadores con casi un millón de euros en las campañas electorales de 2003 y 2004. Una pena, oiga.
    Rajoy, por su parte, ha vuelto a hacer cumbre en un video colgado en internet donde promete los juegos olímpicos para Madrid y educación para todos los españoles. Con faltas de ortografía, por supuesto. Y remata las noticias de la jornada el mítico Julio Anguita, renacido de sus cenizas tras el último infarto y que subraya lo evidente, que España es un país de chorizos. De modo que septiembre empieza con ímpetu y el gobierno lo sabe, por eso se propone vacunar al 60% de la población, desconozco si contra la rabia o el bochornazo.
    Para que no haya equívocos vuelve a la carga Badiola, esta vez desde la Hoja Parroquial, metiendo miedo al populacho y fijando noviembre como el mes del apocalipsis, la tos seca, los treinta y ocho grados de fiebre y la biblia en verso. Es el último tirón de las farmacéuticas. Y dará de sí.
    Los trenes de Vigo se atascan mientras tanto en los túneles que corren bajo la avenida de Goya, donde algún siglo de estos levantarán la tierra y contemplará el vecindario la mierda que hay en el subsuelo. Los pasajeros que iban a Barcelona desde Galicia, tuvieron la oportunidad de explorar los corredores el pasado viernes y disfrutaron a oscuras durante más de dos horas aguardando el rescate de la máquina diesel que nunca llegaba en su auxilio. Menos mal que estamos viviendo en la época digital y que ahora, más que nunca, estamos perfectamente comunicados. Menos mal que se van a fundir casi sesenta millones de euracos en construir una nueva estación, también intermodal, en esa misma avenida, con su pasaje comercial y sus respectivos aparcamientos. Menos mal que España es el país del turismo por antonomasia. Esta razón por sí sola es seguramente la causa que empuja a nuestro consistorio a gastarse una trillonada en levantar ahora, en plena crisis económica, un nuevo campo de fútbol.
    Ha tenido que venir a la Universidad Menéndez Pelayo un escritor como Saviano —el de Gomorra— para decirnos que no tenemos la más mínima conciencia de que a la mafia le encanta nuestra península. Lo suelta el italiano el mismo día que, en un chalé de la famosa Marbella donde se jugaban escalofriantes timbas de póquer, entran de pronto unos señores pistola en mano y se llevan toda la pasta que hay sobre las mesas. Y al llegar la policía sólo encuentra a una crupier noruega fregando la sangre bajo las sillas. Supongo que estos menganos son los que ganan más de cincuenta mil euros al año. No me refiero a los atracadores, mucho menos a la crupier, sino a los que tanto les sobra el dinero como para esparcirlo con alegría sobre un tapete y desaparecer luego sin poner una denuncia.

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