Buenos hábitos
martes 16 de enero de 2007
© Sergio Plou
Artículos 2007

    Hace tiempo que perdí la buena costumbre de escribir a diario sobre la actualidad política y viendo el último debate entre el presidente del gobierno y el jefe de la oposición puedo decir que se me han quitado las ganas. Reconozco que las salidas de vodevil que tiene Rajoy, por muy dramático que sea el asunto al que se refiera cuando habla, tienen la facultad de llenar por sí mismas los guiñoles de la televisión. Pero comienzan a ser previsibles. Cansinas. Reconozco también que la insólita candidez de Zapatero empieza a ser delirante en las mismas parodias que hacen de él los muñecos de goma. Para mayor emoción sería de agradecer que intercambiaran un rato los talantes.  Es como si se vieran demasiado los remiendos, las costuras de esta comedia bufa. Los partidos que dirigen están condenados a repartirse el mismo abanico electoral y por muy contrariados que parezcan se han acostumbrado ya a la eterna zapatiesta. Hemos visto a Zapatero reconociendo un error y a Rajoy recordándole ése y media docena más. Y en esa línea nos queda todavía mucho por ver, precisamente porque no conduce a ninguna parte. Hoy la política se reduce a las maneras. Se examinan las formas. Y aunque personalmente la conducta y los hábitos conservadores me resultan infumables, no puedo olvidar una serie de asuntos. El que más salta a la vista es el económico. Las diferencias entre partidos se reducen al número de escándalos por corrupción y no creo que ningún conservador, en su sano juicio, pueda tachar a Solbes algún día de ser un revolucionario.
    Éticamente hablando todavía resulta difícil pasar la página del terrorismo de Estado que se llevó a la práctica durante el  gobierno de González. Es curioso que durante esa época, Aznar hiciera una oposición parecida a la que ahora hece Rajoy, muy semejante a la que montó el propio González con Calvo Sotelo o antes incluso con Adolfo Suárez. Empiezo a creer que no existe otra fórmula para recuperar el poder y que las similitudes son tantas que aturden. Lo único que me sorprende de nuestro gobernante actual es su resistencia a los corticoides. Todos sus antecesores pasaron por la hipodérmica. Zapatero, sin embargo, resiste. Lo que significa que el peso de las responsabilidades no le causa dolor. Que no se le va a inflar la papada, ni se le hincharán los ganglios. Parece que ni siquiera sufre de ciática.  Así que tenemos un presidente sano, alto y moderado. Muy liberal y hasta con flecos románticos. Es lo más potable que circula por la granja y desgraciadamente no se puede pedir más.

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