Cuatro años más de paciencia infinita
lunes 10 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Este tipo de resultados parece que agradan a todos pero en realidad no animan a nadie. En el Congreso, los socialistas y los conservadores ganan cinco diputados cada uno a costa del resto de los partidos - salvo los de Convergencia i Unió, que siguen teniendo el mismo número de escaños - así que nos aguardan cuatro años más de paciencia infinita. ¿Dialogantes o impositivos? Esta parece ser la pregunta que se desprende de las urnas. Los habitantes de la península están divididos entre dos caracteres en número similar. Tal y como está pergeñada la ley electoral, tal y como se montan en las televisiones los debates, al final todo se reduce a dos maneras de comportamiento. Ambas fórmulas son irreconciliables porque no están en el mismo plano emocional. Si Zapatero actuara de forma enérgica y contundente sería una réplica de Rajoy. Si Rajoy, de repente, recibiera una descarga de tolerancia en el lóbulo parietal se mostraría tan tranquilo y dialogante como Zapatero. Ninguna de las dos mentalidades tiene potencia suficiente como para imponerse sobre la otra. A mi juicio tendrían que encontrar un paisaje diferente para desarrollar sus capacidades porque desde el plano de las conductas lo único posible es el diálogo de sordos. En esta amarga caricatura han vuelto a triunfar los socialistas y a ellos les corresponde gobernar de nuevo. A los conservadores les permite además seguir en la oposición cabalgando en la misma línea de desgaste. Puede ser muy cansino escuchar el mismo rollo argumental una y otra vez. La sociedad, de hecho, evolucionará más lentamente. Los conservadores hispanos, salvo en lo económico, se resisten al liberalismo de las costumbres. Se enquistan en los principios católicos y mantienen una vieja visión de España en su memoria colectiva. No han encontrado todavía el cauce que permita a los conservadores no católicos ni heterosexuales, seguir votando al PSOE cuando en Cataluña, sin embargo, este problema no existe. Es en Cataluña donde la derecha ofrece su vertiente más europea y donde el PP ha perdido con más nitidez el gobierno de España. Los socialistas han conseguido allí, mediante la coalicción con Izquierda Unida y Esquerra Republicana, doce escaños más en el Senado, igualando así la cifra de los conservadores. El bipartidismo ha construido un sandwich en las dos cámaras y sin embargo no ha resuelto sus diferencias con nitidez. Los medios de comunicación, habituados al aplauso de alguna de las dos formaciones, mantienen el pulso resistiéndose a aceptar su parte de responsabilidad en el ajo. No se trata de ganar o de perder unas elecciones. Educativamente hablando es muy necesario que cambien las formas para que se transformen los contenidos. La tolerancia y el diálogo no puede ser distintivo de un solo partido político, entre otras razones porque tendría que ser una conducta elemental en todas las corrientes democráticas y porque algún día la tozudez y la intransigencia podrían ganar en las urnas.

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