El barniz
miércoles 5 de diciembre de 2007
© Sergio Plou
Artículos 2007

    Como los discos de vinilo, Aragón también dispone de una cara B, una jeta más amable. Y no como antes. Cuando digo más amable me refiero a que nuestro rostro - literalmente - es menos simplón que antaño. No sólo parece más dulce sino también más despierto. Es cuestión de comparar fotos generacionales, por ejemplo, la de un bisabuelo y su bisnieto a la misma edad. En las instantáneas se percibe no sólo la calidad de la imagen, sino también la salud de los retratados. Si es posible, compárese el estado de sus dientes y se percibirá que no hay color. La juventud que nos muerde las canillas se nos antoja más avispada y más lista, se alimenta mejor. Incluso en demasía. Está en raya con Europa, todavía por debajo de la raya - es verdad - pero a otro nivel. El nivel se ajusta por el Déficit Histórico según los países y en este país de países que es España, tan raro y tan envidiado a la vez, se sufrió una guerra civil y una dictadura que aún se dejan sentir cuando se comprueban los parámetros de evolución educativa. Los "Forrenta Años", que dibujaba Forges en sus viñetas, son la amarga herencia que dibuja el Déficit Histórico de nuestros cocos. Aquí, al plano medio del conocimiento, se le donominaba antes "el poso". Llegar a tener un poso o recibir una capa de barniz, en la época de los abuelos era cuestión de perras, harina de otro costal. Se hablaba de gozar de estudios, o de tener posibles para emprender una carrera, sólo si eras brillante en tu currículo y mantenías la beca, si algún benefactor te pagaba los estudios superiores o si trabajabas y estudiabas a la vez. La tercera opción era propia de héroes. Ahora también, pero el contexto es distinto. La diferencia entre saber leer y entender realmente lo que estabas leyendo, en las épocas de Maricastaña importaba menos que ahora. Para leer la letra pequeña necesitabas gafas y el oculista era un lujo. Podía darse la paradoja de ser analfabeto funcional y a la vez tener un negocio o ser alcalde. En cambio, la modernidad europea nos ha llevado a ser más exigentes. La comprensión de una lectura se determina ahora por la complejidad de las frases y a tenor de las últimas encuestas de la OCDE - la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico - si utilizas las subordinadas entras ya en el portento de la comunicación. Nuestra chavalada actual, la que no ha llegado aún al botellón, no capta bien los conceptos de lo que leen, aunque está bien situada educativamente hablando. Concretamente los terceros en el top autonómico. Que cursen estudios en el gremio de lo privado o en el público se luce lo mismo, lo que da a entender el malgasto que supone pagar por aquello que la sociedad sirve por derecho. Si destacan en matemáticas y no en literatura, es señal de que sus papis venían del limbo de los números, o que de tanto verles hacer números hayan terminado por comprender su importancia. No se dan cuenta de que arrastran la falta de "poso", la existencia de un déficit histórico en materia educativa. El barniz.

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