El Cuaderno de Sergio Plou

      

martes 22 de marzo de 2011

El cuadrado de la ignorancia




  Una tal Laura Campos que, por lo oído, acaba de ser la inefable ganadora del bodrio denominado Gran Hermano, en su última edición (esperemos que sea la última aunque me extrañaría mucho), ha conseguido convertirse a la vez en una de las personas más incultas que se recuerdan. Sometida a un infratest intelectual, por llamarlo de alguna forma, en otro de los infumables programas que se emiten por la caja adocenante —y del que no alcanzo a recordar su nombre—, destacó de manera brillante en una respuesta que conseguiría lanzarla al estrellato. Preguntada literalmente por «cuáles eran los dos países que componen la península ibérica» y tras un instante de arrobo o de sorpresa, me reconozco incapaz de delimitar su sentimiento, contestó que «ninguno».

   Excelente respuesta. Fruto de la idiocia, seguramente, pero al mismo tiempo exquisita.

   Basta un análisis detallado para llegar sin embargo a la misma conclusión: es muy probable que en la península ibérica no exista ningún país. En el mejor de los casos, y tras una sesuda reflexión, podríamos estar habitando en alguna colonia pretoriana, se desconoce aún si de carácter germánico, chino, ruso o americano, incluso de las cuatro al unísono, según indaguen por sectores (tecnología, colmados, mafia o películas) podríamos vivir en un raro fideicomiso. O quizá, quién juraría lo contrario, podríamos estar habitando en una federación de corporaciones y multinacionales, siendo gobernados por las farmacéuticas, las industrias del automóvil o las armamentísticas. El mero hecho de sentir que en la península ibérica existe algún país real podría ser el resultado de un hechizo, tan sólo una ilusión pasajera o el producto de una hipnosis colectiva, la que todavía enardece a los clientes, usuarios y en definitiva socios de alguna entidad deportiva. Así que la ganadora del Gran Hermano igual estaba en lo cierto, quién sabe.

   En cualquier caso, como todas las cuestiones suelen ser capciosas, al indicar que solamente existen dos países en nuestra península, ¿se estaba induciendo al níveo cerebro de la cuestionada para que cometiera un error? Porque países, sea cual sea el territorio que se verifique, puede haber tantos si me apuran como comarcas o paisanos. Si se confirma en la misma pregunta que sólo hay dos, tendrían que haber hecho referencia a los dos estados más grandes de la península (reconocidos por Naciones Unidas, para ser más específicos) porque en caso contrario se estaría eludiendo a Andorra. De modo que, ¿cabe presumir en la misma interrogación que unos ignorantes estaban preguntando a la interfecta por una gilipollez, desconozco si con el ánimo de someterla a un escarnio público o para que se luciera? Es probable. Por lo que cuentan los cronistas del ramo, este fenómeno de deflagración neuronal es muy común en la tele, sobre todo en los programas de entretenimiento soez, calificados como prensa rosa o del corazón, donde se devalúa el espíritu reinante en cualquier comunidad de vecinos hasta reducirlo a sus propias heces. Supongo que a fuerza de rebajar el listón hasta las alcantarillas cada día que pasa es más fácil deducir que ya no existen paises ni ciudadanos, tan sólo negocios y consumidores. Sujetos fáciles de engañar a los que conviene mantener en la inopia. Lo sorprendente es que al final, cuadrando su propia ignorancia, respondan a una pregunta imposible con una verdad intuitiva.