Encuentros en la tercera fase
lunes 3 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    No sé si un país puede permitirse vivir en constante campaña electoral, pero lo hemos conseguido. Hasta las plazas de toros se quedan pequeñas para recibir a los líderes en los mítines. Ahora que los medios de comunicación plantean con cierta hipocresía si no se habrán pasado un pelo dándole tanto cuartelillo a los partidos más grandes, vuelve a oírse la tontada del voto útil. Como si la gente fuera idiota por naturaleza. Tal y como está montado el tenderete de los porcentajes electorales, los partidos pequeños están condenados a ser cada vez más testimoniales y a radicalizarse en su posturas para que se les oiga y los aquejados de gigantismo a difuminar sus propuestas para ganarse terreno entre sí, lo que genera un Estado en blanco y negro con muy pocos matices de color. Las últimas encuestas lo reflejan con claridad meridiana: PP y PSOE se dividen la tarta en casi todas las provincias. Sólo en algunas del País Vasco, Cataluña, Navarra y Canarias ofrecen variantes. Aquí, tras la jubilación de Labordeta - que dice presentarse de número 2 al Congreso, pero que no se lo cree nadie - la Chunta perderá su diputado a Cortes. Personalmente no creo que sea ni peor ni mejor, pero sí más aburrido. La maquinaria institucional apuesta por una democracia en plan Cánovas y Sagasta, de alternancia en el poder y pocos cambios de base. Al mismo tiempo se lamenta de condenar al silencio a formaciones como Izquierda Unida, que con grandes dificultades lograría un grupo parlamentario.
    La sociedad es más colorista de lo que garantizan los escaños. El Senado, con su sauna y su piscina cubierta, se ha convertido en un spa. La mayoría de los diputados al Congreso, los que no figuran en una comisión, se dedican a meter la llave para votar cuando les mandan y donde les dicen, así que, aunque redujéramos el hemiciclo a la mitad tampoco se notaría tanto. Con un poco de suerte nos quitaríamos de encima algún gasto. Si tras las elecciones se deciden los políticos a meter la tijera en la Constitución - por la discriminación de género en la realeza -, no estaría de más que abrieran las listas del Congreso para que pudiéramos elegir a las personas, no sólo a los partidos. Que podamos hacerlo en el Senado, que carece de utilidad, resulta un chiste. La política se está emborronando en un espectáculo para los contribuyentes con derechos de nacimiento. Mientras los extranjeros de la eurozona acceden a las urnas autonómicas y municipales, el resto de los foráneos no pueden elegir representantes, lo que genera dos varas de medir. No me extraña que las siglas se hayan trasmutado en productos engañosos de empresas ficticias. A cambio de una papeleta nos ofrecen rebajas fiscales, trenes de alta velocidad hasta nuestro pueblo e hipotecas extensibles. Tal vez el debate televisado de esta noche sea un nuevo intento de la saga política para convencernos de que son humanos. Igual les da una llantina y se ponen tontos. Igual son marcianos.

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