Entrevistando, que es gerundio
Crónicas
© Sergio Plou
lunes 4 de febrero de 2008

  Hace tiempo que no cogía una grabadora y me lanzaba a realizar entrevistas. Suponiendo que los protas hablen con calma, media hora de charla representa seis folios de escritura y casi había olvidado lo que cuesta trascribir una conversación. Lo que se afina la oreja y el tiempo que lleva averiguar exactamente lo que dijo la persona entrevistada, me sorprende a cada vuelta que da la cinta en el casete. Es obvio que sigo utilizando una grabadora convencional, aunque sea de bolsillo. No me había parado a pensar que los modernos mp3 tuvieran las mismas facultades y mayor capacidad de almacenaje. Me lo descubrió Patricia, una gallega en tierras mañas. Así se califica ella misma en su Fotolog de Mandanarices. Patricia, a la que tuve la oportunidad de conocer durante el curso que realizamos en Cuarte - sobre diseño de páginas web y multimedia -, me propuso levantar de la nada una nueva publicación. Y en ésas estamos. Desde los últimos reportajes del Veo, Veo, que elaboré con Helena, mi compañera sentimental - de la que ya he hablado en otras crónicas y que hizo las veces de fotógrafa -, no había vuelto al periodismo informativo. ¿Cuál es la causa del retorno? Ir por libre, ser un free-lance, es bastante duro, de modo que si surge un proyecto te lo piensas bastante. Pero como tengo difícil escarmiento me he vuelto a liar la manta a la cabeza. Entre otras razones para socializarme un poco, porque llega un momento en que la ermita agota las neuronas y conviene respirar aire fresco si no quieres oxidarte. Aunque el aire, con las partículas finas, últimamente está hecho un asco, no siempre es necesario —como discutirá en Zaragoza la física moderna— que exista una causa para que surjan los efectos. O para ser más claros: si desconocemos las causas, difícilmente comprenderemos si lo que estamos viendo es un efecto o no lo es.
  Patricia y un servidor llevamos la revista entre manos con Marta, nuestra ajetreada y casi siempre desaparecida compañera de fatigas, a la que mando desde aquí un saludo para ver si vuelve a dar señales de vida. Una cosa es la ermita y otra distinta la hiperactividad. En cualquier caso, y poco a poco, vamos construyendo el equipo base de la revista, a la que hemos bautizado - sin perder el sentido del humor - con el nombre de Punto Gordo. Me imagino que ya saben lo que es un punto gordo, ¿no? Me refiero a ese lugar difuso donde se acaban juntado las líneas paralelas... A medida que avanzamos en el croquis nos damos cuenta del número de paralelas tan grande que circula a nuestro alrededor. Y casi siempre sin hallar un punto de encuentro. Las primeras lineas que nos llamaron la atención son aquellas que dibujan el vasto archipiélago de las enfermedades psicológicas que pueblan nuestras molleras. Nos acostumbramos a decir que no somos nada y sin embargo aparentamos una fuerza descomunal, porque tragamos con todo. Y no es sano. A veces, sin embargo, nos cuesta dibujar las fronteras. Disciplinarnos. Estamos realizando un viaje profundo a la Unidad de Transtornos de la Personalidad del Hospital Provincial de Zaragoza. Tomando el pulso de una enfermedad que azota, en la encuestas más optimistas, al 2% de la población - a más de catorce mil personas en esta ciudad - y que sigue siendo una gran desconocida. Tanto o más que el prestigio de esta Unidad, la primera que se creó en este país y que, como tantas cosas nuestras, trabaja más duro de lo que refleja la publidad en los medios.

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