Estado de gracia
viernes 18 de abril de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    El Limbo es el fresón de las sociedades patriarcales, invento duro de roer y complejo de explicar. Representa simbólicamente el reino de la inocencia, el lugar al que sujetos con hipócrita risa de hiena y nocivas conductas, les gusta ir de correría cuando les peta. Berlusconi es el ejemplo perfecto, aunque no el único, del virus que contagia los machos más jóvenes cuando pretenden hacerse los graciosos. A propósito de Carme Chacón, la primera mujer que da órdenes aquí a un ejército completo, el italiano dijo auténticas sandeces. Y del gobierno, en su mayoría femenino, que acaba de jurar sus cargos en este país, tres cuartos de lo mismo. Berlusconi se parece a Pero Botero. Según el día toma las trazas de un troll o de un íncubo, porque es un demonio con botox y piel estirada. No me extrañaría nada que hubiera pujado en secreto por la foto en bolas de Carla Bruni, que es una imagen propia del Limbo, igual que los infanticos del Pilar. Y si no que le pregunten a Ratzinger, el papuchi alemán, que continúa su impoluta gira por el imperio yanqui mostrando su dolor en traje de seda blanca. Lo recorre pidiendo perdón por los curas pederastas, que le cuestan a la iglesia norteamericana un pastón en juicios e indemnizaciones. Nada mejor que los pleitos para que los monjes de toda laya reconozcan que la Tierra gira alrededor del Sol, que les cuelga bajo las sotanas un pedazo de carne y que los profesores de su religión ya tienen bastante con hacer proselitismo como para regalar también su improcedente despido al cepillo de la Curia. Si los cardenales, en su catecismo, rebajan la categoría de un pecado mortal hasta convertirlo en un pequeño desliz, ¿no será acaso porque la condescendencia bien entendida comienza por uno mismo?
    Poner el culo en el Limbo es sentirse inmortal, ajeno a las leyes que rigen el mundo, semejante a un vampiro. A Natascha Kampusch, la joven austríaca que estuvo secuestrada durante ocho años en un zulo, la vampirizaron en el Limbo de la esclavitud sexual unos pederastas. Para hombres con pasta y sin escrúpulos, el Limbo es un paraíso turbio y oscuro donde pueden dar rienda animal a lo miserable que llevan dentro. El rapto y la violación, desde Tijuana al Congo pasando por Arabia, se produce en Europa bajo tierra, donde no se oyen los gritos. Justo bajo el garaje donde aparcaba su automóvil un tal Priklopil, individuo cuyo nombre honra a su mentalidad reptiliana, se construyó una cárcel para destrozar a una chiquilla. Una jornada nefasta y con solo diez años de edad, sufrió Natascha tal abducción que ahora, transcurridos dos años de su fuga, comienzan a conocerse los detalles del Limbo al que sobrevivió esta muchacha. Los más altos jefes de la policía austriaca no saben ya cómo ocultar los dos ordenadores llenos de fotos que encontraron allí. Un puñado de hombres con apellidos de sonoro prestigio lo impide. A la gentuza que le cazan una hembra cuando es niña para que la vayan violando hasta que se aburran les sienta mal que los descubran. Nadie sabe hasta cuándo vivirán en estado de gracia semejantes engendros, pero causa pasmo la libertad con que se mueven y el trato de favor que reciben.

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