Gigas de Memoria Histórica
martes 9 de octubre de 2007
© Sergio Plou
Artículos 2007

    Imagino cómo se llega a una circunstancia tan absurda. Aunque he de ponerme en una postura ridícula para comprenderlo, no es la primera vez. Dicen que para entender las cosas hay que colocarse en el lugar de los demás y por mucho que fuerce la maquinaria sólo desde el surrealismo más profundo cabe interpretar una carga policial en medio del pregón de las fiestas. No sé si la policía goza de banda ancha en las aglomeraciones. Supongo - tal vez sea un ingenuo - que siempre están sujetos a una señal para intervenir. La autorización de los mamporros llega de alguien al otro lado del teléfono, un mando obligado a impartir las directrices y en su caso asumir las responsabilidades. Quién sabe, un tipo con sangre fría que a la hora de resolver un disturbio piensa primero en lo más coherente: encontrar un remedio que no sea peor que la solución. Pero lo que se ha dado en llamar orden público se entiende a veces de manera poco europea y con frecuencia nos encontramos en medio de un reparto de guantadas que llueven de pronto y sin ton ni son. Comprendo que una pancarta contra las bases de la OTAN - a estas alturas - puede resultar anacrónica o incluso fea para el reportaje fotográfico de las fiestas del Pilar. Más aún cuando las propias fiestas se han convertido en la probatina general de la Expo 2008 y estas imágenes se emplean después como publicidad en el mundo. Bajo este supuesto, todavía es más bochornoso observar cómo se abre camino la policía entre el bullicio para emplearse a porrazos con los desgarramantas. ¿O no? Le he dado muchas vueltas y el único motivo que se me ocurre para el ilógico reparto de palos (si hay otro no me lo explico) es quitar de la plaza aquella sábana horrenda. Cuando no estás al cabo de las nuevas tecnologías, si desconoces el photoshop y te pagan por manipular la realidad, no te queda otra que hacerlo directamente. De modo que mandas a la tropa para que limpie un poco el paisaje, así de paso se entrenan y tú les cronometras.
    - Pato Rojo a Pato Azul.
    - Te recibo Pato Rojo.
    - Me barres el sector en dos minutos.
    No hay más. Cualquiera lo entiende. A este tipo de actitudes las denomino de Memoria Histórica, porque nadie se olvida de quién tiene la sartén por el mango. Nadie está a salvo por muy grande que sea el tumulto ya que se emplean métodos cohercitivos que suelen ser contundentes. Por ejemplo, si han de pincharse unos globos (arma temible y proselitista donde las haya) se saca la cuchillería japonesa. No valen los alfileres ni las agujas de hacer punto. Reventar globos a machetazos multiplica el efecto dramático provocando la estampida. Y cuando llamas al jefe por si hay que arrestar a alguien es normal que te digan que no. Lo mismo vuelven para el pobre de mí y te los haces en minuto y medio.

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