El Cuaderno de Sergio Plou
   Sincronía
      


lunes 2 de noviembre de 2009
La homofobia y yo. La homofobia y tú
Patricia Mateo



Sizzla es un cantante reggae jamaicano. Hasta aquí todo bien. Yo personalmente no tenía ni idea de quién era este personaje y me he topado con él a raíz de una fuerte polémica suscitada por su gira en el estado español durante estos días. Las noticias son contradictorias (tal y como suele ocurrir con las noticias) y parece más bien difícil hacerse una idea medianamente veraz sobre el asunto. Una visita rápida a la wikipedia (que como punto de partida puede valer para situarlo en un tiempo y espacio) nos indica que estamos ante un artista prolífero donde los haya y bastante relevante y conocido en este estilo musical. Parece ser que sus letras son un alegato contra la esclavitud y la opresión occidental (eso pone la wiki y hasta aquí todo bien). Lo que también se dice (y no sólo en la wiki) es que este personaje escribió letras con un contenido homófobo realmente agresivo. La canción de la que más se ha hablado estos días es “Nah Apologize”. Busco la letra, escucho la canción en directo y reconozco que es para asustarse (lo único bueno de ver toda la canción es haber encontrado una parte en la dice algo así como “Id a leer la Biblia, leed Levítico”, no me esperaba esta recomendación, la verdad).

Así que Sizzla actúa ya hace algún tiempo en Alemania y esa noche, tras el concierto, matan a un chico gay. Ah, me olvidaba, la letra de “Nah Apologize” incita directamente a matar gays y sentirse orgulloso por ello. Se le prohíbe la entrada en la Unión europea, los de Jamaica se enfadan porque nos entrometemos en sus valores morales (la homosexualidad está penada en este país y ni el partido dirigente, ni el principal partido de la oposición están por la labor de dar derechos al colectivo disidente de la heterosexualidad obligatoria). Con el tiempo Sizzla escribe una especie de manifiesto en el que se compromete a no incluir esta canción en su repertorio y a no hacer música que “hiera la sensibilidad de ningún colectivo por razón de su condición sexual, raza o creencias”. La intención parece buena, aunque a mí me quede la duda sobre la motivación del jamaicano para firmar este texto (reflexión sobre el asunto, presión de la discográfica, riñas de un posible amigo gay que saliese del armario, sus propias dudas en cuanto a su propio deseo sexual, iluminación divina al leer levítico… no sé, me gustaría tener más datos al respecto).

Y pasa el tiempo y Sizzla vuelve a estas tierras. Actuó hace unos días en Bilbao y este viernes en Compostela. Se movilizan los colectivos lgtbq (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queer), se colapsan los correos electrónicos y las redes sociales, llegan mensajes de texto y el ambiente (no sólo el gay) se caldea. Se exige la anulación del concierto, se acusa a la Sala donde se realiza el concierto de ser cómplice de apología de la homofobia y se hace una denuncia por vía legal. Los medios de comunicación se hacen eco de este movimiento social y, como siempre que esto ocurre, se provoca un alud de opiniones al respecto. La verdad es que a veces no sé porque insisto en leer los comentarios que se dejan en la prensa digital al respecto de noticias de temática lgtbq.  Me sale la mala uva (por decirlo suave), aunque siempre sea enriquecedor (de algún modo, supongo) conocer opiniones diversas y tan diferentes las unas de las otras. ¿Tendría que censurarse un concierto de estas características? Mi opinión inicial fue que “sí, por supuesto”. Cuando leí que ya no cantaba según qué cosas en sus conciertos pensé que “bueno, quizá haya cambiado, todo el mundo evoluciona y cambia”. Más tarde, y tras una interesante conversación con una amiga, llegué a la conclusión de que me gusta cómo ha ocurrido todo. No ha habido censuras, pero las instituciones han tenido que mojarse al respecto (la diputación vizcaína, por ejemplo, retiró su subvención para el concierto), los movimientos lgtbq se han dejado oír con fuerza (reivindicándose y removiendo conciencias propias y ajenas), las personas decidieron qué hacer (a penas 400 personas asistieron al concierto en Compostela) y, probablemente más importante, sale a debate (a la calle, a los foros, a los medios…) la problemática de la homofobia. Habrá quien opine que con la consecución del derecho al matrimonio ya está todo resuelto, cuando lo cierto es que todavía se producen asesinatos de gays (por el mero hecho de serlo) que salen indemnes de un juicio con jurado popular (el suceso al que me refiero aconteció hace cosa de tres años en Vigo, un hombre que asestó 57(!) puñaladas a dos gays fue absuelto por el jurado popular hace menos de un año), todavía hay agresiones verbales y físicas, un miedo atroz a expresar el deseo y vivir la sexualidad con naturalidad cuando ésta no es la normativa, etc. La homofobia está en la calle. El miedo a ser acusado de homosexual está en la calle (y en el subconsciente individual y colectivo).

Un evento como el mencionado en este artículo, un concierto, saca a la luz estas problemáticas cuestiones que deberían hacernos reflexionar y pensar a cada una de nosotras y nosotros. ¿Por qué este rechazo, este miedo y este desprecio? Aquí dejo la pregunta.

 

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