El Cuaderno de Sergio Plou

      

jueves 30 de septiembre de 2010

La princesa de san Blas




  Resulta deslumbrante que aún no se hayan cumplido veinticuatro horas de la huelga general y Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, ni siquiera haya destacado alguna referencia a la misma durante su intervención de hoy en el Fórum Europa. Ha hablado del Tribunal Constitucional, del Estado de las Autonomías, de la particular situación de Cataluña e incluso de Ceuta y Melilla, y luego ha dicho que va siendo hora de fijar las competencias entre las administraciones para llegar a acuerdos en el postzapaterismo. La ausencia de comentarios a la jornada de ayer durante la posterior charla y coloquio me parece un síntoma cegador de hacia dónde nos dirigimos.

  Por si cupiera alguna duda, el comentario más jugoso de doña Soraya en toda su conferencia, según van destacando los medios de comunicación en sus ediciones digitales, ha sido que la señora Esteban, más conocida por Belén, exnovia del torero Jesulín de Ubrique y eterna colaboradora del periodismo rosa en Tele 5, tiene derecho a presentarse como candidata a las elecciones generales. El contexto en el que ha dejado caer semejante ripio no venía precedido de risas o chascarrillos, todavía no estaban en el cóctel ni cabe acusar a la diputada de llevar encima alguna copa de más, al contrario, se ha puesto muy solemne. En una palestra mediática patrocinada por las grandes empresas telefónicas, eléctricas y bancarias del país, que en teoría está dedicada a la discusión de los fenómenos de la Nueva Economía y las maravillas del libre mercado (o sea, las de siempre), soltar con seriedad un exabrupto de esta categoría pone los pelos de punta. No porque la interfecta en cuestión, la tal Belén Esteban, carezca del derecho a formar si le place un partido político o afiliarse al que le venga en gana (cualquiera puede hacerlo, faltaría más) sino por el cariz que tomarían los acontecimientos si se abren algún día las puertas de las Cortes al griterío ramplón del famoseo más gris.

  Si personajes como Gil y Gil o Ruíz Mateos redujeron la democracia a una astracanada, provoca escalofríos pensar hasta dónde podría llevarla alguien como Belén Esteban. Comentar, aunque sea de pasada, tamaña posibilidad y que la diputada reciba a cambio una cerrada ovación de los asistentes, supone un salto cualitativo en el carnaval político que ya estamos sufriendo. Al margen de la publicidad encubierta que se presta a la cadena televisiva y al documental que sobre la interfecta ha patrocinado Tele 5, titulado “la princesa del pueblo” y recientemente estrenado en Madrid, resulta inquietante que a raíz de estas declaraciones se hable de reivindicar la política como motor del cambio, supongo que hacia la hecatombe, que ya es decir suficiente. Causa repeluzno que la empresa Sigma Dos, por encargo de Tele 5, haya entregado una encuesta en la que afirma que si Belén Esteban se presentara hoy mismo a la presidencia del gobierno no sólo conseguiría representación parlamentaria sino que, en número de escaños, sería la tercera fuerza del Congreso.