Lo turbio y lo cristalino
viernes 25 de septiembre de 2009
© Sergio Plou
Artículos 2009

    El oxígeno tendrán que fabricarlo, pero el agua no es ningún problema. La revista Science acaba de publicar una investigación en la que certifica la existencia de H2O en el subsuelo marciano. No sólo en los polos sino también en zonas próximas al ecuador y para colmo además el oro líquido es de una pureza cristalina. Tres cuartos de lo mismo ocurre en la Luna, quién lo iba a decir, con lo árido que parece nuestro satélite y oculta estos secretos fascinantes. Es una pena, sin embargo, que palidezcan frente a los lamentables tapujos que relacionan el agua marina de la Tierra con los enormes pesqueros que faenan sobre el océano Índico. La acción de los piratas que asaltan a los atuneros de aquella zona, y que piden después rescates multimillonarios, obligó a los patronos de las embarcaciones a solicitar la ayuda militar del gobierno de Peta Zeta, cuya respuesta se hizo tanto de rogar —por la pasta que cuesta mantener a los buques de guerra frente a las costas somalíes— que dejaron a los armadores las manos libres. Negar a las multinacionales del mundo pesquero la defensa de su negocio, siendo como son las esquilmadoras marítimas más conocidas del globo, supone un error grave para la sociedad civil española.
    Si es triste tener que colaborar con las enormes fábricas congeladoras que surcan los mares, ya sea mediante los impuestos que se desviaron al mandato de buques de la Armada para su defensa o a la pura y simple adquisición de sus productos en los supermercados, creo que es todavía mucho más sangrante favorecer un marco legal para que los atuneros vascos contraten a su libre albedrío su propia vigilancia privada.
    Imaginamos que los barquitos pesqueros que salen a navegar desde los puertos de Rentería o de Pasajes son los mismos que faenan después en Namibia, Terranova o Somalia, y no es así. Pescanova, Frudesa y Findus, por poner unos cuantos ejemplos, mantienen durante meses en alta mar impresionantes buques factoría donde no sólo echan el ancla y las redes, sino que también congelan y empaquetan sus productos. Estas grandes empresas tienen fuerza suficiente para costearse su propia vigilancia y es lo que van a hacer contratando los servicios de Levantina de Seguridad. Comprenderán que la empresa contratada no pretende reclutar para los navíos a pavorosos porteros de discoteca, por muy macarras que sean poco o nada podrían hacer frente a corsarios armados con metralletas, granadas y bazookas, así que el gobierno ha concedido a esta empresa de seguretas la singular capacidad de adquirir armas de guerra.
    Esta concesión implica crear —de una manera hasta hoy embrionaria— el primer ejército privado de mercenarios  españoles. Una vez que se pone la primera piedra y se ofrecen servicios mercantiles con carácter militar, enseguida surgen las necesidades de sistemas de radar, defensa aérea y telemandos, siempre conjugables con equipos electrónicos, minas, fusiles lanzagranadas y un largo rosario de instrumental de combate. Alrededor de treinta sujetos de lo más impresentable están siendo adiestrados por Levantina de Seguridad como si fueran marines con el triste propósito de embarcar en los atuneros vascos. Cobrarán un sueldo de cinco mil euros al mes y me extrañaría sobremanera que a estas alturas de la fiesta desconociesen los armadores cuál es la filiación política del propietario del negocio cuyos servicios han contratado.
    José Luis Roberto, aparte de llevar la asesoría jurídica de la patronal de los locales de alterne —asociación de empresarios que trabajan el duro negocio de la prostitución— es su secretario general. Pero resulta que también es uno de los líderes más activos del partido neonazi «España 2000». El jefe de Levantina de Seguridad SL, empresa que se autocalifica como líder en el sector de la recuperación de préstamos, nació al amparo de la Central Obrera Nacional Sindicalista, sindicato fascista de obligada filiación si pretendes conseguir trabajo de segureta en dicho negocio. Luis Roberto, además, es el mentor de los salvajes combates de vale-tudo en España, peleas especialmente sangrientas donde prima la parafernalia ultra y cuyos «gladiadores» firman un documento antes de la pelea para eximir de toda responsabilidad a la organización, a los espónsor e incluso a los contrincantes. Como en las peleas de gallos, lo más jugoso de esta lucha, donde se vale estrangular al adversario, reside en las apuestas. Internet está bien nutrido de informes sobre el jefe de Levantina de Seguridad, incluyendo su amistosa relación con Ernesto Milá, vinculado a los GAL y los suculentos contratos de vigilancia otorgados por Zaplana, próximos a la media docena de millones de euracos.
    Es lo que hay, pero parece ser —como escribía en el primer párrafo— que han descubierto agua en la Luna. La detectaron, por lo visto, en las primeras excursiones a nuestro satélite. Los áridos pedruscos lunares que trajeron los astronautas ya contenían agua, pero a los científicos se les antojó un hecho tan imposible que llegaron a creer que los chinazos de algún modo se habrían contaminado al llegar a la Tierra. Les ha costado unas cuantas décadas conocer la verdad. Menos mal que nosotros, con el acuático negocio de la seguridad de los atuneros, nos hemos demorado lo que un parto sencillo —nueve meses— porque fue a principios de enero cuando el gobierno de Peta Zeta firmó su primera autorización.

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