Sin conservantes
jueves 10 de julio de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Condolezza Rice, a propósito de Israel, dejó caer ayer que los yanquis se toman muy en serio la defensa de sus aliados y Barack Obama, el candidato demócrata a la Casa Blanca, dio su visto bueno a la nueva guerra contra Irán. Nada frena a las industrias del armamento, cuando más de medio planeta se muere de hambre, a nivelar su cuenta de ingresos con una nueva batallita. Ahora se trata de hacernos creíble esta ficción. Empezamos, como siempre, por una cadena de atentados contra los intereses occidentales: primero en Kabúl y después en Estambúl. La correa se irá complicando a medida que las fuerzas no interesadas en la maquinaria bélica se interpongan en el camino de la destrucción. Conocemos las mentiras y trampas de las grandes multinacionales, así que tendrán que ser verdaderamente efectivas para convencer a la opinión pública. Los analistas más irreverentes, los conspiranóicos y los radicales, andan pensando estos días dónde asestarán los servicios secretos el último detonante que favorezca la escalada. Nadie en su sano juicio es capaz de creerse la existencia de Bin Laden, un monigote de cómic que parece dibujado por ordenador para persuadirnos de que había que tomar el control de la heroína en Afganistán y del petróleo en Irak, pero que, a tenor de lo fácil que resulta odiarle, todavía tiene crédito como el gran malo de la película. Cada día que pasa son más los descerebrados que se apuntan al estúpido carro de Al Qaeda, lo que sin duda favorece a los intereses militaristas, así que da miedo pensar dónde puede producirse el siguiente golpe que desencadene la invasión de Irán. El G-8 y el Club Bilderberg, a estas alturas, lo tendrán todo cuidadosamente planeado y desde nuestras casas, frente al televisor, «haremos historia». El otro día se apareció por Zaragoza muy sonriente el señor Solana y nos recordó a todos que la decisión de colocarnos una base de la OTAN en la ciudad aún está en el aire, pero que nos sentaría de perlas. Y yo estoy convencido de que así será, aunque no sepamos cuándo ni cómo nos la clavará el gobierno en los lomos, es evidente que una capital como la nuestra, con la Opel de Figueruelas a un tiro de piedra, las Bárdenas a un suspiro y el arco mediterráneo en el rádar, es la candidata más idónea. Aquí exigimos muy poco. Incluso demostramos que somos capaces de hacer una Expo insostenible, que nos parezca interesante y que se aguante tan sólo con las visitas de casa. Es un lugar apacible y seguro, como comprobaron ayer los principitos dándose una vuelta por los pabellones, firmando autógrafos y repartiendo saludos. Zaragoza sabe venderse al mejor postor, y en el fondo a cualquiera. Aunque los precios y los contratos de Gran Scala en los Monegros resulten demasiado rácanos para los propietarios de las tierras también estoy, cada jornada que transcurre, más convencido de que tarde o temprano se levantará en el desierto un complejo dedicado al juego y a la mafia. Probablemente no tendrá mucho que ver con lo que nos vendieron en un principio, tampoco sé si acabarán calzándonoslo en La Almolda, pero es cuestión de tiempo. Hay gente muy empeñada en que Aragón sea algo más de lo que es, aunque no nos guste el resultado. Desde el precipicio de la recesión económica nos volvemos mucho más flexibles, tragamos bien y nos sabe a poco, es muy probable pues que tengamos lo que nos merecemos. Sólo se trata de sentarnos frente al televisor y «hacer historia». Tampoco hay tiempo ni ganas para nada más. Desde la reconversión industrial, una vez concluida la transición democrática, se desmontó completamente el tejido civil de la sociedad así que es muy sencillo colocarnos una guerra, una base atlántica, una exposición internacional o un casino gigantesco. No existe una oposición real, tan sólo un intercambio de opiniones en los medios de comunicación y un simulacro de discrepancia en las instituciones públicas. Nada serio. En medio de esta maravillosa calma veraniega, mientras nos confirman alegremente que durante casi dos meses del pasado año soportamos en esta ciudad niveles de contaminación superiores a lo permitido por la Organización Mundial de la Salud, el ayuntamiento, muy digno, nos asegura que no es para tanto. Y seguramente es verdad, porque podría ser peor. Es cuestión de sentarse y aguardar a que sea más grave.

Articulos
Primeras Publicaciones 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 — 2001 2007 2008 2009 2010 2011        
Cronicas Críticas Literarias Relatos Las Malas Influencias Sobre la Marcha La Bohemia La Flecha del Tiempo