Vacuidad Sociedad Anónima
jueves 10 de enero de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Obama y sus fans de youtube - merced a las caucus de New Hampshire - daban a entender que los americanos serían capaces de regalar antes el maletín nuclear a un negro que a una mujer. Dicho así queda feo, políticamente incorrecto, pero es que Obama está pasado por la lija y ni siquiera se le nota la raza. La esposa de Obama resulta más evidente que el candidato, más black, y al verlos juntos en cualquier plató en seguida te das cuenta de la buena pareja que forman. En cambio las estadísticas son una penita universal. No se sabe ya si fallan a propósito, para que la peña se vuelva loca y acuda a votar en pelotón a la Hilaria, o es que simplemente no reflejan la realidad. Al fin y a la postre no son una ciencia exacta. Las caucus, las primarias yanquis, también son un canelo. Para votar en esta chorlitada basta con pagar la cuota del partido demócrata o del republicano en los últimos minutos e ir echando el bofe hasta la urna para depositar la papeleta. Se investigan poco estas elecciones. Hay mucho dólar de por medio. A nadie le interesa poner en duda otra vez el meollo institucional americano, porque bastante quedó en entredicho con la caída de Al Gore en Florida y la llegada de Bush a la timba oval. Si hay algo que deja frío al mundo es ver a Bush en Palestina diciendo que ya es hora de que los judíos se retiren de los territorios ocupados. Es lo mismo que hizo Clinton antes de largarse de la poltrona. A esta gente le remuerde mucho la conciencia irse a casa con el marrón, no vaya a pegarle un tiro después cualquier loco. Los locos se lo toman todo de forma muy personal, como si les estuvieras mentando a la madre. Por eso los mandatarios que en breves van a dejar el sillón, rejuvenecen de pronto y se hacen los buenos chicos. Entonces los ves defendiendo justo lo contrario de lo que decían al principio. Saben que su palabra no vale un colín porque es otra persona la que se ocupará del asunto. La alta política internacional se muestra entonces igual de miserable que la alcaldía de cualquier barrio. La diferencia que los separa no es otra que el volumen de la pasta que haya en el bote y en el bote de Bush figuran ya todo tipo de negocios, desde el petróleo a las armas, como para ocuparse de limpiar su imagen fundando una ONG o dedicándose con esmero al cambio climático. No sé en qué acabará este sujeto, si vendiendo minas antipersona puerta a puerta o creando una empresa de pavos de plástico para las tropas, es su problema. Viendo cómo se muerden la Hilaria y Obama en su carrera a la Casa Blanca, cabe preguntarse también a qué dedicarán su ocio cuando la política les diga adiós. Empiezan por vender a sus electores un hermoso conjunto vacío de palabras, se apoyan en la única ilusión perceptible - la del género o la raza - y concluye el culebrón de manera cochambrosa y lamentable. Es lo que hay. Así es el espectáculo. Pero el auténtico poder, los patrocinadores de toda esta chusma, rara vez enseñan la patita.

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