#globalrevolution
viernes 20 de mayo de 2011
Sergio Plou
Artículos 2011

   Esta revolución es un espejo: devuelve la propia imagen. Hay periodistas de los medios convencionales que acuden a las acampadas para entrevistar a los «responsables» y se encuentran con una asamblea, la cual les entrega un montón de cuadernos llenos de peticiones ciudadanas. Aún así buscan algún «cabecilla» y cuando han creído que lo han encontrado le dicen que escriba algo. Lo que les escribe es un difícil resumen de las demandas, justo las que ha redactado la gente en las libretas. No hay manera de encasillarlos, de etiquetarlos, de enclichetarlos porque somos nosotros mismos. Cada pancarta es una opinión. Las acampadas devuelven a la sociedad exactamente lo que pide por una sola razón: son el vehículo en el que se monta la sociedad para expresarse. Esta es la revolución. No hay intermediarios, nosotros somos capaces de decidir nuestro destino. Tenemos los medios tecnológicos para hacerlo. Sabemos que no queremos este sistema y en la medida en que nos vamos reconociendo los unos a los otros se forman asambleas y se deciden las materias. Es la sociedad civil en acción, sin jefes, sin partidos ni sindicatos, simplemente personas. Los líderes siguen intentando manipular a la gente, siguen sin comprender que ellos mismos son —o deberían de ser— parte de la ciudadanía. A medida que pasan las jornadas, en vez de asumir que el debate está en la calle, se empeñan en continuar por su propio camino y al no bajarse del pedestal ellos mismos se retratan.

  Ahora la Junta Electoral Central ha decretado que debemos reflexionar. Ellos dictan cómo y cuándo se piensa en este país, sólo falta que nos llenen también la cabeza con sus ideas. Nos encontramos otra vez con una prohibición, la segunda, que el sistema coloca sobre la mesa para ver hasta dónde llegamos. Cuando se pone en tela de juicio, la imaginación que emana de la sociedad es infinita y su respuesta unámime. La sensación de que nos enmudecen no pasará inadvertida. Devolveremos de nuevo como en un espejo la imposición que se proyecta sobre la sociedad. La libertad de expresión está siendo puesta en entredicho. Son los partidos los que tienen que callar a partir de las doce de esta noche, no los ciudadanos en su conjunto. Justo ahora, justo a partir de las doce de esta noche, es cuando tenemos un día. Un sólo día para compartir —sin la aburrida y ensordecedora charanga de los partidos— todo lo que pensamos, lo que queremos, lo que necesitamos. Es el día de la reflexión, no es la jornada nacional de los ermitaños, compartámoslo como siempre hacemos, de manera pacífica y a ser posible festiva. Cuantos más seamos, mucho mejor. Es la fiesta de la democracia, de la democracia real, y se produce ahora en todas nuestras plazas.

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